Las recientes declaraciones de Cristina Fernández de Kirchner sobre la necesidad de superar “mezquindades y egos” resuenan con fuerza en Chubut, donde el Partido Justicialista, dominado por un núcleo cerrado, profundiza la fragmentación y aleja a militantes y referentes históricos.
Las palabras de Cristina Fernández de Kirchner, presidenta del Partido Justicialista (PJ) a nivel nacional, pronunciadas en un reciente acto, parecen haber sido escritas con Chubut en mente. “Dejar de lado las mezquindades y egos que tanto daño han hecho”, dijo la ex presidenta, poniendo en palabras un diagnóstico que calza con precisión en la realidad del peronismo provincial. En Chubut, el PJ atraviesa una crisis profunda, marcada por la exclusión, la falta de diálogo y un liderazgo que, lejos de convocar, parece empeñado en desplazar a quienes no se alinean con la visión de un grupito reducido.
El epicentro de esta dinámica está en Comodoro Rivadavia, donde figuras como Juan Pablo Luque, Carlos Linares y Gustavo Fita han consolidado un control que, para muchos, roza lo excluyente. Este triunvirato, con su poco peso político, ha impuesto una línea que no admite disidencias, marginando a militantes históricos, gremios y referentes de otras regiones que alguna vez fueron pilares del partido. La consecuencia es clara: el PJ chubutense está fragmentado, sin rumbo claro y cada vez más alejado de las bases que le dieron vida.
Las críticas de Cristina no son nuevas, pero adquieren una relevancia particular en este contexto. En Chubut, el peronismo no solo enfrenta los desafíos de un escenario político adverso, con un modelo económico que golpea a las mayorías populares, sino que se debilita internamente por la incapacidad de sus líderes de abrir el juego. La militancia, que debería ser el motor del partido, se encuentra desmotivada, y los referentes, cansados de ser ignorados, optan por el silencio o el abandono. “No podemos ser militantes de elecciones”, advirtió el senador Linares, uno de los protagonistas de esta conducción, pero sus palabras suenan vacías cuando el propio liderazgo que representa no fomenta la participación permanente ni la diversidad de voces.
El mensaje de Cristina Fernández de Kirchner es un llamado de atención, pero también una oportunidad. El PJ chubutense tiene la chance de mirarse al espejo, reconocer sus errores y emprender un camino de reconstrucción. Esto requiere, como mínimo, abrir las puertas a la militancia, escuchar a los referentes de todas las regiones y construir un proyecto colectivo que trascienda los intereses de Comodoro. La unidad, como dijo la ex presidenta, no es una utopía, sino una necesidad urgente para evitar que el peronismo se convierta en una sombra de sí mismo.
El desafío está planteado. Chubut no puede permitirse un peronismo que, por mezquindades, se condena a la irrelevancia. Es hora de que los líderes provinciales escuchen el mensaje de Cristina y actúen en consecuencia. La historia del peronismo siempre fue la de un movimiento que se nutre de la pluralidad y la lucha colectiva. Si el PJ chubutense no recupera esa esencia, corre el riesgo de perder no solo su identidad, sino también su lugar en el corazón de la provincia.
NOTA AL PIE
Y no puedo dejar de mencionar que mientras Comodoro se autoproclama “el último bastión peronista” de Chubut, su realidad desmiente cualquier vestigio de los valores del peronismo histórico. Lejos de encarnar los principios de justicia social, la conducción del PJ en la ciudad petrolera ha dejado afuera a los gremios. Los trabajadores enfrentan persecución cotidiana por reclamar sus derechos, mientras la educación se reduce a aulas improvisadas en containers abandonados. Desarrollo Humano bloquea a los merenderos que claman por ayuda para alimentar a los más vulnerables, y sectores como salud, seguridad, infraestructura, deporte y cultura están sumidos en el abandono.
¿Es este el “bastión peronista” que dicen defender? Mientras tanto, en otra ciudad de la provincia, un intendente y su equipo demuestran lo que significa un peronismo vivo: inauguran bancos de alimentos para merenderos, bancos de medicamentos para jubilados, lideran en talleres deportivos y culturales por habitante, defienden los puestos de trabajo como prioridad y encarnan la identidad peronista. Justicia Social, inclusión, soberanía, pluralismo, militancia, pragmatismo, solidaridad, identidad popular y sobre todo defensa de los trabajadores. Ese, y no el de Comodoro, es el peronismo que Chubut necesita.