Fernando Álvarez De Celis destapa la olla: la Municipalidad tiene los fondos para obras hídricas, pero prioriza mal y ejecuta peor. Solo se hizo el 8% de lo necesario en ocho años.
Comodoro Rivadavia, la joya petrolera de la Patagonia, vuelve a quedar bajo agua con apenas 9 milímetros de lluvia. Barro en las calles, vecinos paleando desesperados y una ciudad colapsada por la falta de obras hídricas que, según Fernando Álvarez De Celis, exsecretario de Infraestructura de la Nación, podrían haberse hecho hace años. De Celis no se guardó nada: acusó a la Municipalidad de tener los recursos para evitar las inundaciones, pero de dilapidarlo en prioridades equivocadas, obras mal hechas y, en algunos casos, corrupción.
Un diagnóstico lapidario: solo el 8% de las obras necesarias
Hace ocho años, tras la catástrofe, De Celis fue el nexo entre el gobierno nacional y Comodoro para planificar las obras hídricas que evitarían futuras tragedias. Sin embargo, asegura que no existía ni siquiera un plan integral cuando llegó. Durante dos años, se elaboró un proyecto que llegó al presupuesto nacional de 2019, pero nunca se concretó. De las obras proyectadas, solo se ejecutó un magro 8%, incluyendo el canal de La Roca y un reservorio clave. Pero incluso estas obras, realizadas en la gestión de Juan Pablo Luque, fueron “más chicas” y no respetaron el diseño original, lo que las volvió ineficientes.
“Con 9 milímetros no puede colapsar una ciudad”, sentencia De Celis, subrayando que Comodoro debería de estar preparada para lluvias de 60 milímetros.
Plata hay, pero no prioridad
Lo más explosivo de la entrevista es la revelación de que Comodoro tiene los fondos para actuar. Según De Celis, la ciudad recibe 34 mil millones de pesos anuales en regalías, destinados exclusivamente a obras. “¿Dónde está esa plata?”, cuestiona. Mientras se gastaron fortunas en un estadio municipal o plazas, las obras hídricas siguen en el olvido.
“Es muy raro que puedan hacer un estadio, pero no obras hídricas”, dispara, apuntando a una dirigencia política más ocupada en pelearse por el poder que en resolver los problemas de los vecinos.
Crecimiento descontrolado y desidia
El exfuncionario también señaló el desorden urbanístico como un agravante. En los últimos ocho años, Comodoro creció hacia zonas no aptas para urbanizar, según el equipo técnico que él lideraba. Esto impermeabilizó el suelo y aumentó la intensidad de las inundaciones, incluso con lluvias leves. “No es solo cuántos milímetros soporta la ciudad, sino cómo está preparada en su conjunto”, explica.
Sombras de corrupción
De Celis no esquivó las acusaciones más graves. Recordó cómo, tras la inundación de 2017, donaciones nacionales terminaron en un basural por decisión municipal. También relató un episodio donde el actual secretario de Obras Públicas, Maximiliano Romero, le entregó facturas de la empresa Forever Piper por 60 millones de pesos, que el municipio quiso cobrar al gobierno nacional sin pasar por los controles legales a pedido de Juan Pablo Luque.
“Eso es desprolijidad o corrupción”, afirmó, mencionando que el caso sigue en la Justicia.
Un llamado a la acción
Pese al tono crítico, De Celis cierra con un mensaje esperanzador: el problema es solucionable. Propone una ordenanza que obligue a ejecutar un plan hídrico estratégico, independiente de quién gobierne. “Si nos organizamos y gastamos bien la plata, se resuelve”, asegura, ofreciéndose a colaborar sin cobrar un peso. Pero para eso, dice, la política local debe dejar de lado las peleas y mirar a los vecinos.
Comodoro Rivadavia, con su riqueza petrolera, no debería estar paleando barro cada vez que llueve. Las palabras de De Celis son un cachetazo: la plata está, el plan existía, pero la desidia, las prioridades equivocadas y las sospechas de corrupción mantienen a la ciudad en el barro. Mientras los vecinos sufren, la pregunta resuena: ¿hasta cuándo seguirán olvidándose de las obras cuando sale el sol?
